La mala imagen del humor gráfico chileno

Fotos SAUL

Más conocido como “Malaimagen”, el caricaturista lleva siete años haciendo humor político y acaba de lanzar Sin Tolerancia, publicación que reúne sus populares cómics del programa Tolerancia Cero.

Por Ignacia Godoy

Todo comenzó con dos ojos puntiagudos, una sonrisa y un tridente: “666 El diablo es magnífico 666 y lari-lari-é”, se lee al lado del dibujo. En un pequeño departamento del centro de Santiago, en agosto de 2007, así empezó su página web Malaimagen.

Cuando Guillermo Galindo (32) comenzó en el cómic, firmaba sus viñetas “Guillo”. Fue su padre quien le dijo que ya existía un dibujante con ese apodo y, entonces, eligió su seudónimo actual, Malaimagen, pues creía que calzaba a la perfección con los dibujos sencillos que realizaba. “‘Mala imagen’ es una frase popular, y me servía para hacer juego con la gráfica y con que tenía poca pretensión en los dibujos que hacía”, recuerda Galindo.

Su carrera como dibujante cambió con el programa Tolerancia Cero, de Chilevisión. Específicamente, con el episodio emitido el 12 de septiembre de 2011. Esa noche los invitados fueron los exdirigentes estudiantiles y actuales diputados electos Camila Vallejo y Giorgio Jackson, y Galindo decidió hacer una sátira del panelista Fernando Villegas. “Él se había portado pésimo con ellos, los había tratado horrible. Todo el mundo lo odiaba”, explica.

Galindo ha retratado a 200 personajes de la política chilena.

Al día siguiente lo llamaron para entrevistarlo del diario Las Últimas Noticias, y ofrecerle trabajo del sitio de noticias en internet El Mostrador y de The Clinic. “Con el humor gráfico que estaba haciendo, The Clinic era el mejor lugar al que podía llegar. Era mi sueño”, explica Galindo, quien desde entonces publica una viñeta en el semanario. En un comienzo, su rutina –o “ritual”– de trabajo consistía en instalar su computador junto al televisor y escribir cada palabra que decían los conductores e invitados a Tolerancia Cero. Cuando el programa terminaba, Galindo se quedaba hasta las 2 de la mañana escribiendo un guión para el cómic. “Me demoraba entre cuatro y seis horas en terminar las viñetas, porque tenía que pensar en chistes que no se repitieran. Y, a veces, los programas eran fomes y se hacía más difícil”.

Malaimagen intenta cumplir con la meta autoimpuesta de una viñeta o cómic por día. Los dibuja a mano y una vez terminados los depura con goma de borrar. Después los escanea, los trabaja en Photoshop y así quedan listos para ser publicados. “En general soy maniático. Todo tiene que quedar perfecto, muy minucioso. Cualquier dibujo que corrijo lo dejo impecable”, cuenta.

Guillermo Galindo creció leyendo Condorito, Barrabases y viendo Los Simpson. En el colegio era tímido, pero conocido por sus dibujos. Lo que más le llamaba la atención en esa época era crear personajes y sus propios mundos. Cuando era niño pensaba en estudiar para ser dibujante de historietas, pero después se dio cuenta de que no existía esa carrera. Por eso, recuerda, decidió matricularse en diseño gráfico de la Universidad Tecnológica Metropolitana. “Entré a esa carrera porque era lo que menos no me gustaba”, dice. Después de egresar, antes de empezar su carrera de dibujante, trabajó como diseñador en el departamento de empaquetado de la tienda Casaideas.

“La política es un chiste”, dice Malaimagen.

El dibujante menciona como referentes de su humor gráfico a Quino, Alberto Montt, Grotesco y Sol Díaz. En el desarrollo de su faceta política-social, se inspira en la obra de Hervi, Fiestóforo y Quino. Galindo considera a la política nacional como “un chiste fome”, pero de todos modos reconoce que siempre funcionan los chistes con figuras como el columnista Hermógenes Pérez de Arce, el senador de Renovación Nacional Carlos Larraín y el presidente Sebastián Piñera.

Con más de 73 mil seguidores en Facebook y 25 mil en Twitter, el éxito de su tira cómica le permitió pasar de cien a mil visitas diarias en su página web en la cual ha retratado a más de 200 personajes políticos o de contingencia nacional. A pesar del éxito, Galindo dice que prefiere mantener un bajo perfil: no le gusta hablar de su vida privada y no tiene una página personal en Facebook.

Después de hacer cien viñetas sobre Tolerancia Cero, Galindo decidió parar. “Ya estaba chato. La política es un chiste y la gente se ríe, pero había un desgaste emocional. Además, se pasaba hasta las cinco de la mañana dibujando y al otro día tenía que trabajar a las ocho”, cuenta Carolina Cádiz, con quien trabajó en el libro 5 segundos.

En Tolerancia Cero realizaron una nota sobre su trabajo. Matías del Río lo invitó a su matinal en la radio ADN y lo calificó como “el quinto panelista” de programa. En general, las críticas que Galindo recibe por su trabajo son positivas. “Una vez dibujé a ME-O y él puso la viñeta en su Twitter. Yo igual fui pesado con él, pero lo tomó con humor”, dice Malaimagen.

Del otro lado, su trabajo ha recibido algunos comentarios negativos de anónimos en Facebook, pero él no les da importancia. “Una que otra puteada en internet, en general, es eso. Al principio te puede importar, pero después ves de dónde viene y filo”.

Para reunir todos los cómics de Tolerancia Cero, Malaimagen hizo el libro Sin Tolerancia, el que contiene cinco tiras inéditas. Para que se vieran uniformes, Galindo se dio el tiempo de retocar todos los dibujos. El trabajo lo realizó en paralelo a sus labores de editor humorístico en The Clinic, donde tiene una oficina a la que llega entre las 9:00 y 10:30 de la mañana. Allí revisa todos los dibujos, fotomontajes, portadas y la página web.

Salvo los días de despacho –que vuelve a su casa a la 1:00 de la madrugada– Galindo regresa a su departamento a eso de las a las 7:00 de la tarde, se encierra y se queda solo. Organiza sus dibujos en cajas, los hace de nuevo si lo cree necesario, come durante media hora para luego seguir trabajando. Duerme cuatro o cinco horas al día.

Aunque ahora Guillermo Galindo dejó de hacer las viñetas de Tolerancia Cero, ni siquiera sus domingos son tranquilos y continúa trabajando como antes. En vez de acostarse temprano, dibuja otras cosas y, a veces, todavía ve el programa que lo llevó a la fama.

Sobre la autora: Ignacia Godoy es alumna de tercer año de Periodismo y este artículo es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa Escrita, dictado por la profesora María Olga Delpiano.