La Ermita, entre el bien y el mal

fotos por Juan Manuel Ojeda Güemes

La muerte del joven de 19 años Jaime Soto Raín por un disparo del ex sargento Juan Rallimán sacó a la luz lo complejo que es vivir en la población La Ermita. La incertidumbre de los residentes, debido a la evidente delincuencia, está en constante tensión con los esfuerzos de la Municipalidad y los vecinos por mantenerla segura, y no ser estigmatizados.

Por Juan Manuel Ojeda Güemes.

El martes 17 de marzo, el entonces suboficial de Carabineros Juan Rallimán ingresó de civil a La Ermita en un operativo policial. Luego de detener a Javier Celis Manquemilla (25) que tenía 15 órdenes de aprensión pendientes, el ahora ex uniformado mató a Jaime Soto Raín, un joven de 19 años que vivía en la población y que era conocido por sus amigos como el Pollito Taquillero.

Dos días después, Rallimán se dirigió a la Cuarta Fiscalía Militar de Santiago y confesó que, durante el procedimiento policial, se le escaparon accidentalmente los tiros que entraron por la espalda y terminaron con la vida de Jaime Soto. La tarde del 19 de marzo, el sargento de la 53ª Comisaría de Carabineros fue dado de baja.

Tres días después de la muerte de Jaime Soto, 15 jóvenes se instalaron en el Puente Nuevo de La Dehesa, cerca de la etapa 4 de La Ermita, para atacar a los automovilistas en señal de manifestación. Seis automóviles y un camión resultaron dañados por las piedras.

La muerte del Pollito Taquillero en manos de un efectivo policial, desató una serie de incidentes que evidenciaron la difícil realidad de la población La Ermita, que se ubica en la comuna de Lo Barnechea, donde según el Censo de 2001, el 43,2% de los hogares pertenecen al grupo socioeconómico ABC1, seguido por un 22,2% que pertenece al grupo D.

La Ermita comenzó como un proyecto de viviendas sociales en 1996, a partir de un convenio de colaboración entre la Fundación San José de La Dehesa, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo y la Municipalidad de Lo Barnechea, con el objetivo de construir 1.600 viviendas y entregar soluciones habitacionales a 700 familias de la comuna que vivían en la ribera sur del Mapocho. Hoy viven alrededor de 1.440 familias distribuidas en 1.290 viviendas.

La etapa 1 se inauguró en 1998 e incluyó 414 espacios habitacionales que fueron entregados a personas que vivían en los campamentos Quinchamalí y San Antonio. Además, es la única que quedó conformada cien por ciento por integrantes de la comuna y por eso, dicen sus vecinos, es la más segura de todas.

La etapa 2 que se entregó el año 2000 y sumó 491 casas, tuvo una conformación similar. Pero de ahí en adelante se trajo a familias de comunas como Pudahuel, Puente Alto y La Florida, que se asentaron en 386 viviendas de la fase 3 de La Ermita. En el año 2010 culminó la entrega de la etapa 4 y final. De las cuatro etapas, la 3 es la más conflictiva.

La Ermita
La cancha donde murió Jaime Soto Raín.

La Ermita por dentro

— Hermanito, tiene una luquita.

— Sipo, suéltate las moneas.

Yapo, que si no, no pasamos la noche.

Dos adictas a la pasta base recogen del suelo un papelillo. Una de ellas se lima las uñas sin parar y luego de guardarse los mil pesos en sus jeans roñosos, se sienta en una banca. Sus rostros están cansados, las arrugas de sus caras están llenas de tierra y de polvo. Las dos se alegran con el billete de mil pesos que acaban de recibir. Es una escena común en La Ermita, después de las seis de la tarde.

Pamela Vargas (43) nació y se crió en La Ermita, en lo que antes era el campamento Quinchamalí. Hace tres años que es presidenta de la Junta de Vecinos de la etapa 1, por lo que le ha tocado recibir todas las quejas de sus vecinos respecto al narcotráfico y la inseguridad. Sin embargo, según señala, nunca había vivido en un ambiente de conflicto como el que se desencadenó tras la muerte de Jaime Soto Raín.

Pamela Vargas, presidenta de la Junta de Vecinos de la etapa 1 de La Ermita.

A las doce de la noche del sábado 4 de abril, unos metros más arriba de su casa ubicada en la calle Monseñor Escrivá de Balaguer Norte esquina Cafarnaún, se encontraba un grupo de jóvenes rompiendo a piedrazos una cámara de seguridad. Los jóvenes estaban respondiendo, a su manera, a la muerte del Pollito Taquillero. Pamela se levantó de su cama, salió a la calle y junto a sus vecinos observó la escena. “Luego de romper la cámara, nos amenazaron. Sacaron una pistola y nos dijeron a todos los que estábamos ahí que si alguien los acusaba, ellos iban a matar a los soplones”, recuerda la dirigente.

Tres días después de la muerte de Jaime Soto, un grupo de 15 jóvenes se instaló en el Puente Nuevo de La Dehesa, ubicado cerca de la etapa 4 de La Ermita, para atacar a los automovilistas en señal de manifestación. En total, seis automóviles y un camión resultaron dañados producto de las piedras que fueron lanzadas contra Fuerzas Especiales de Carabineros y vehículos particulares.

Los esfuerzos de la municipalidad

En la Dirección de Desarrollo Comunitario de Lo Barnechea (DIDECO) están en conocimiento de las quejas de los vecinos de La Ermita. “Lamentablemente el grupito de 20 o 30 que hace desmanes le ha ido ganando a los vecinos, que son realmente los dueños de casa”, afirma la directora de la DIDECO, Macarena Armijo. “Es cierto que entre los vecinos hay una sensación de desprotección que es entendible, pero estamos trabajando para recuperar los espacios perdidos”, cuenta Armijo.

“Es injusto que la gente buena pague por los pocos que hacen délitos”, dice Macarena Armijo, directora de la DIDECO.

Con ese objetivo, el lunes 13 de abril la municipalidad comenzó la primera mesa de trabajo junto a los vecinos y Carabineros. En total se han conformado dos mesas que se reúnen cada 15 días y ya han sesionado dos veces cada una. “El objetivo es comenzar a coordinar el trabajo para volver a retomar los espacios públicos, hacer actividades sociales para que los vecinos dejen de estar encerrados y sean ellos quienes acorralen a los delincuentes y no al revés”, afirma la directora de la DIDECO.

Respecto al combate contra la delincuencia y el narcotráfico, Armijo asegura que se trata de un trabajo en conjunto con Carabineros, y que la dirección municipal lo ha abordado a través de intervenciones sociales. Se trata de acciones por medio de obras de teatro los fines de semana, programas anti bullying en los colegios y partidos de fútbol entre los vecinos del sector y carabineros. “En La Ermita vive gente buena, sencilla y honesta, son trabajadores que se esfuerzan todos los días por sacar adelante a sus familias, entonces es injusto que ellos, que son la mayoría, tengan que pagar el precio por los pocos que andan haciendo delitos”, sentencia la directora de la DIDECO.

Sobre el autor: Juan Manuel Ojeda Güemes es alumno de cuarto año de periodismo y escribió este artículo como parte de su trabajo en el Taller de Prensa impartido por la Profesora Gloría Faúndez . El artículo fue editado por Josefina Ortiz como parte de su trabajo en el Taller de Edición en Prensa escrita impartido por el Profesor Enrique Núñez Mussa.