A clases con mamaderas

Ilustración: María Jesús Rivero

El 13% de los estudiantes universitarios de Chile tiene al menos un hijo según el Instituto Nacional de la Juventud. Aunque el Consejo Nacional de Educación asegura el derecho a ejercer la maternidad y la lactancia a los estudiantes, no hay una regulación para la educación superior que permita a las mamás hacer uso de ese derecho, por lo que se apoyan en instancias informales organizadas por grupos de padres universitarios e iniciativas independientes de algunas casas de estudio.

Por Daniela Pinto Ortega.

En 1997 en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE) un grupo de estudiantes con hijos se tomó una sala para exigir un espacio donde dejar a sus niños mientras asistían a clases. Aunque no había, ni hay, ninguna ley que obligue a las instituciones de educación superior a auxiliar a los estudiantes que sean madres o padres, la universidad les cedió un lugar en el que los mismos alumnos se organizaron en turnos para cuidar a sus niños y los de sus compañeros.

A pesar de que el Consejo Nacional de Educación asegura que las estudiantes en cualquier nivel tienen derecho a ejercer la maternidad y que las instituciones deben otorgar facilidades académicas y administrativas para que los alumnos puedan cumplir con ambas funciones, este derecho sólo está regulado por ley en colegios municipales.

En universidades, institutos profesionales y centros de formación técnica la ayuda a los estudiantes con hijos depende de la voluntad de cada institución, que puede facilitar el acceso a una sala cuna exclusiva para alumnos, dar un cupo a los estudiantes en la sala cuna destinada a las funcionarias o entregar una beca monetaria.

Los alumnos con hijos de la UMCE lograron obtener un local para hacer funcionar la sala cuna y jardín infantil Relmutrayén. En 2007 la universidad hizo un convenio de transferencia de fondos con la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI), que implicó el traslado del jardín al edificio donde funciona en la actualidad y estableció que el financiamiento fuese directo desde la JUNJI para pagar los sueldos, comprar materiales de aseo y los elementos didácticos, mientras que la universidad se responsabiliza por los gastos de mantención, reparaciones, teléfono, agua, gas y luz. Además la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB), proporciona alimentación pensada para cubrir las necesidades nutricionales de los niños y la leche.

En universidades, institutos profesionales y centros de formación técnica la ayuda a los estudiantes con hijos depende de la voluntad de cada institución.

El Relmutrayén comienza su jornada a las siete y media de la mañana, pero no todos los niños llegan a la misma hora, depende del horario de clases de sus padres. La jornada termina a las cuatro y media de la tarde. El jardín está organizado en dos grupos. La sala cuna que recibe niños desde 86 días a dos años, y el nivel heterogéneo que acoge a los de entre dos y cinco años. Durante el día los niños tienen “experiencias educativas”, que consisten en actividades que los acercan a distintas áreas de aprendizaje como trabajar en el huerto del jardín, explorar instrumentos musicales o hacer manualidades.

“Ya no me tengo que preocupar de nada, porque acá le dan todo. Lo único que hay que traer son los pañales y su ropa. Y si tengo que quedarme a una clase o estudiando o a hacer un trabajo, mi hija se queda aquí en la sala cuna”, explica Nicole Sepúlveda de 19 años.

El caso de la UMCE no es el único. De las 25 universidades del Consejo de Rectores, 14 tienen algún plan de apoyo a sus estudiantes que tienen hijos, cinco mediante un aporte monetario y nueve, dando acceso a alguna sala cuna y/o jardín infantil. Pero el catastro no es completo, por ejemplo la Universidad Católica da beneficio de sala cuna a 15 hijos de alumnas en las instalaciones destinadas a los hijos de las funcionarias. Las edades de los niños que fluctúan desde los 82 días hasta los dos años y el beneficio no aparece en los registros del Consejo de Rectores.

De las 25 universidades del Consejo de Rectores, 14 tienen algún plan de apoyo a sus estudiantes que tienen hijos, cinco mediante un aporte monetario y nueve, dando acceso a alguna sala cuna y/o jardín infantil.

En la UC la duración de la beca es problemática, porque cuando el niño cumple dos años debe cambiar de entorno y la madre debe reorganizar su rutina. Sin embargo, la beca en sí se adecua a las necesidades de las madres, porque la sala cuna de la universidad cuida a los niños desde las seis y media de la mañana hasta las ocho y media de la noche, por lo tanto ellas tienen un amplio espectro horario para organizar sus actividades académicas.

Como las instituciones de educación superior no están obligadas a tener un plan de apoyo a la maternidad o paternidad estudiantil, cuando los hijos han superado los dos años, grupos de padres se han unido para encontrar soluciones. Es el caso de agrupaciones estudiantiles como Mapau (Mamá y Papá Universitario), que comenzó en la Universidad Católica, pero se ha expandido a otras universidades como la Chile y la Alberto Hurtado.

Las instituciones que están dispuestas a ofrecer apoyo a los estudiantes con hijos se enfrentan a la dificultad de hacer un catastro de cuántos se encuentran en esa situación. Ni siquiera la UMCE, que da beneficios a su comunidad desde hace 18 años tiene un catastro de cuántos de sus alumnos tienen al menos un hijo. El Consejo de Rectores tiene datos de 2010 y el INJUV de 2012. Lo que se puede encontrar posterior a eso son sólo estimaciones y esto hace que sea más difícil buscar métodos de ayuda para las necesidades de los estudiantes.

La Universidad de Chile entrega un monto de entre $40.000 y $50.000 al mes a aquellas alumnas que acrediten tener una situación económica precaria, condición que es evaluada por un asistente social a través de una herramienta de medición interna de la institución. Además las postulantes deben demostrar la imposibilidad de tener una alternativa de cuidado para sus hijos.

Las instituciones que están dispuestas a ofrecer apoyo a los estudiantes con hijos se enfrentan a la dificultad de hacer un catastro de cuántos se encuentran en esa situación.

Antes la Universidad de Chile daba la posibilidad a las alumnas de elegir entre recibir dinero o asegurar un cupo en alguna sala cuna de la Fundación Integra, pero ese convenio se acabó y firmaron uno nuevo, esta vez con JUNJI para comenzar a construir jardines dentro de cuatro campus de la casa de estudios, un proyecto que aún no ha comenzado.

Desde el Ministerio de Educación y el Servicio Nacional de la Mujer no hay una propuesta específica que busque resguardar los derechos de estudiantes universitarios que tienen hijos, pero una de las metas presidenciales es aumentar el número de salas cuna y jardines gratuitos para garantizar que todo niño que necesite educación pre-escolar pueda recibirla. Por eso la JUNJI está buscando instituciones sin fines de lucro con las que pueda firmar convenios de transferencias de fondos y construir más de esos establecimientos.

Sobre la autora: Daniela Pinto es alumna de tercer año de periodismo y este reportaje es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa impartido por el profesor Juan José Lagorio. El reportaje fue editado por Matías Rivas como parte de su trabajo en el curso Taller de Edición en Prensa Escrita impartido por el profesor Enrique Núñez Mussa.