218 reos viven aislados en Colina 1 para evitar su reincidencia

La iniciativa, propuesta por el ministerio de Justicia, busca ayudar en la reinserción social de los internos y terminar con la “escuela de los delitos”, según el ministro José Antonio Gómez. El plan hoy funciona como prueba y se prevé posibilidad de que en un futuro próximo todas las cárceles del país sean segmentadas por la peligrosidad de los reos.

Por Gabriela del Pozo G.

Partieron 282, ahora son 218. Desde el 24 abril pasado se habilitaron las torres 2A y 2B para un plan piloto que segrega a los reos primerizos que cometieron delitos de mediana y baja peligrosidad, como robo con intimidación u homicidio simple. Cada módulo tiene capacidad para alojar a 256 internos. Las celdas son para ocho reos y están equipadas con cuatro camarotes nuevos y un baño. Quienes deseen, pueden tener radio y televisión. Además, cada torre tiene una sala de estudio. Los reos primerizos tienen mejores condiciones en Colina 1 que en las cárceles de las que provienen, como Puente Alto o la ex Penitenciaría.

La interacción de estos reos primerizos con los otros 1600 internos es nula. A pesar de recibir ambos la misma comida de la central de alimentación, los turnos son en distintos horarios. En los tiempos libres pueden salir al patio y utilizar la cancha exclusiva que disponen. Así no hay ninguna instancia para encontrarse con los demás presos.

Los reos tienen talleres en los que realizan trabajos técnicos de panadería, mueblería, cerrajería, serigrafía, impresión digital, corte y confección. Todos con fines reales y no de mera entretención.

“La única diferencia de los reos primerizos es la separación y la posibilidad de poder trabajar en el CET”, dice el coronel Sergio Retamal, alcaide del penal Colina 1. El Centro de Estudio y Trabajo (CET) ofrece a todos los reos primerizos la posibilidad de trabajar por un sueldo. Pueden realizarlo en tres empresas externas: Wintec, Bitec e Intercos. Las primeras dos se dedican a fabricar ventanas y paneles solares, respectivamente, mientras que la última les da trabajo a los internos mediante el envasado de productos de limpieza.

Además, los reos tienen talleres en los que realizan trabajos técnicos de panadería, mueblería, cerrajería, serigrafía, impresión digital, corte y confección. Todos con fines reales y no de mera entretención. Por ejemplo, la panadería de Colina 1 produce seis mil kilos de pan al día para repartir a todas las cárceles de la Región Metropolitana. Los reos son contratados bajo la misma normativa de previsión y salud que los trabajadores libres y reciben un sueldo que puede llegar hasta los 600 mil pesos mensuales. El coronel Sergio Retamal afirma que el CET es de las mejores cosas que tiene el penal, y el requisito mínimo para postular son seis meses de buena conducta.

Según el ministerio de Justicia, la idea que hay detrás de este plan piloto es lograr que, en un largo plazo, todas las cárceles nacionales estén segregadas según peligrosidad. Uno de los factores para determinar lo riesgosa de la persona es la reincidencia en la cárcel. Pese a ser delincuentes, los reos aislados tienen la ventaja de ser primerizos y gozan de más oportunidades, lo que les da una ventaja laboral cuando salen en libertad.

Por el momento, 64 reos ya han sido retirados de los módulos segmentados, debido al incumplimiento del requisito básico: la buena conducta.

La entidad espera que en octubre estén los resultados del primer instrumento de evaluación y diagnóstico aplicado al plan, para así poder sacar las primeras conclusiones y realizar una posterior evaluación más detallada.

Por el momento, 64 reos ya han sido retirados de los módulos segmentados, debido al incumplimiento del requisito básico: la buena conducta. En las celdas aún hay espacio para 294 presos más, por lo que dependerá de los resultados de las pruebas psicológicas y del buen comportamiento que las torres 2A y 2B reciban nuevos internos.

El aislamiento con el resto de los condenados evita que otros les incentiven a seguir delinquiendo. “Esto es para terminar con la escuela de delitos”, dice José Antonio Gómez, ministro de Justicia.

Para la cartera de Justicia, el cambio en las condiciones de habitabilidad, como salir de la situación de hacinamiento evitará problemas sanitarios y de violencia. Sumado a ello, la cultura carcelaria de los antiguos internos y de mayor compromiso delictual no llegará a ser conocida por los presos segmentados, evitando así el contagio criminógeno y que sigan los cánones ya impuestos en el penal.

Sobre la autora: Gabriela del Pozo es alumna de cuarto año de Periodismo y este reportaje es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa Escrita, dictado por la profesora Gloria Faúndez.