Un movimiento a vapor

Ilustración: Hernán Kirsten

Cuando Julio Verne publicó en 1869 su libro 20.000 leguas de viaje submarino, no sólo escribió una novela que se convirtió en un clásico de la literatura universal, sino que la nave que imaginó en dicho libro, el Nautilus, se adelantó en más de ochenta años a los submarinos nucleares. Si bien ya existían prototipos de submarinos en la época de Verne, ninguno tenía las características del Nautilus, capaz de romper icebergs y pasar meses bajo el agua. Tecnología futurista para la época o, en otras palabras, steampunk.

Por Diego Escobedo

El steampunk es un subgénero literario derivado de la ciencia ficción, que describe tecnología futurista con estética decimonónica. Vale decir, inventos ficticios creados en el siglo XIX, que superan con creces la tecnología de ese entonces. La palabra viene del inglés steam, vapor, y hace referencia a que la mayoría de estos inventos funcionan a vapor.

Los precursores

Este subgénero viene directamente de la revolución industrial del siglo XIX, por lo que muchas de sus historias están ambientadas en la Inglaterra victoriana. De ahí que los primeros antecedentes podemos encontrarlos en los libros del francés Julio Verne y del escritor inglés Herbert George Wells, ambos precursores de la ciencia ficción.

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Libros precursores del steampunk. /Foto:Diego Escobedo.

Entre los trabajos de Verne destacan la ya mencionada 20.000 leguas de viaje submarino (1869), además de la novela De la tierra a la Luna (1865), que narra la construcción de un gigantesco cañón ubicado en Florida, que se dispara en dirección a la Luna. También está Robur el conquistador (1886), novela en la que un inventor de apellido Robur diseña una excéntrica nave: un barco volador con docenas de mástiles y hélices en la parte superior de cada una; con esta novela Verne se adelantó cincuenta años a los helicópteros modernos.

También es posible mencionar Los quinientos millones de la Begún (1879), que narra la historia de dos ricos herederos, uno francés, y otro alemán, que construyen dos ciudades muy distintas en el Estado de Oregón, Estados Unidos. El primero crea una ciudad utópica con la más avanzada tecnología de su época, mientras el segundo edifica una oscura ciudad-fortaleza dedicada a la fabricación de armas mortíferas y futuristas: desde un cañón de largo alcance, hasta un satélite artificial y una bomba de frío.

“Me gustó la reconversión que hace el steampunk sobre lo victoriano, además de la idea del rescate del pasado para generar un diálogo con el presente, la filosofía detrás de este movimiento y las posibilidades de ficcionalizar” , cuenta Valentina Pineda, de Steampunk Chile.

H. G. Wells en La máquina del tiempo (1895) imagina una máquina con estética victoriana, hecha de metal, marfil y cristal de roca que le permite al protagonista viajar a un oscuro futuro donde la humanidad está dividida en dos especies: los morlocks, seres similares a los primates, y los eloí, hombres pequeños muy parecidos a los seres humanos, que sirven de alimento para los morlocks.

Otra novela referente del steampunk es Los primeros hombres en la Luna (1901), donde Wells describe un viaje al satélite natural de la Tierra, pero a diferencia de la novela de Verne, los protagonistas sí logran aterrizar en la Luna y descubren que ésta se encuentra habitada por una civilización extraterrestre. El viaje es posible gracias a que el protagonista del libro, el Dr. Joseph Cavor, crea una sustancia anti gravitatorio al que bautiza como cavorita.

Se considera inspiradores del steampunk a Mary Shelley, autora del clásico Frankenstein (1818) y Sir Arthur Conan Doyle, creador del detective Sherlock Holmes, además de autor de novelas de ciencia ficción como El Mundo Perdido (1912), que describe una expedición inglesa a una misteriosa meseta en Sudamérica, habitada por dinosaurios y una raza de hombres-mono.

El regreso de un estilo

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Wild Wild West (1999)/ Imagen: Wikimedia Commons.

El subgénero propiamente tal tomó forma recién en la década del 80, época en que la palabra steampunk fue acuñada por el escritor de ciencia ficción K. W. Jeter. Éste buscaba un término para describir su libro La noche de los morlocks basada en La Máquina del Tiempo de H. G. Wells, en la que los morlocks roban la máquina del tiempo y la usan para viajar a la Inglaterra victoriana, sembrando el terror en dicha época. El concepto se usó luego para agrupar en un mismo subgénero a las distintas novelas que se produjeron durante los años 80 con similares ambientaciones retrofuturistas y decimonónicas, como Las puertas de Anubis (1983) de Tim Powers y Homúnculo (1986) de James Blaylock.

La palabra steampunk se usó para marcar una diferencia con el ciberpunk, otro subgénero de la ciencia ficción muy difundido por la misma época, ambientado en un futuro decadente donde la cibernética y la informática están muy desarrolladas. La película Blade Runner (1982) y el libro Neuromante (1984) de William Gibson son ejemplos de ello. Si el ciberpunk muestra un mundo decadente y una visión pesimista de la tecnología, el steampunk narra historias con un optimismo similar al de la revolución industrial en el ser humano y en los adelantos tecnológicos.

Inspirados por el trabajo de autores decimonónicos de ciencia ficción y con cierto romanticismo por la tecnología del siglo XIX, se realizaron distintos libros y películas enmarcadas dentro de este subgénero. De estas últimas podemos mencionar Wild Wild West (1999), film protagonizado por Will Smith que hace una versión steampunk de la serie de televisión del mismo nombre. El capitán Jim West es un agente del gobierno americano que debe detener al Dr. Arliss Loveless, antagonista de la película, quien busca apoderarse de los Estados Unidos con una gigantesca araña mecánica impulsada a vapor. Otra película que destaca es Van Helsing (2004), protagonizada por Hugh Jackman, quien interpreta a un cazador de monstruos que debe enfrentarse a los villanos más clásicos de la literatura de horror, desde Frankenstein hasta Drácula, para lo cual se vale de artilugios bastante adelantados para su época.

Si el ciberpunk muestra un mundo decadente y una visión pesimista de la tecnología, el steampunk narra historias con un optimismo similar al de la revolución industrial en el ser humano y en los adelantos tecnológicos.

En el cómic destaca La Liga de Caballeros Extraordinarios (1999), en la que el guionista Alan Moore reúne a distintos personajes de la literatura del siglo XIX en una liga de súper héroes bajo las órdenes del imperio británico, entre ellos Allan Quatermain (Las minas del rey Salomón, 1885), el capitán Nemo (20.000 leguas de viaje submarino, 1869) y el Hombre Invisible (de la novela homónima de H. G. Wells de 1897). El cómic fue llevado a la pantalla grande en 2003, con Sean Connery como el explorador Allan Quatermain.

Dado lo maleable de este subgénero, a menudo se le relaciona tanto con la fantasía como con la ciencia ficción. En la película japonesa El Castillo Ambulante (2004) de Hayao Miyazaki, por ejemplo, si bien la historia abunda en elementos fantásticos como brujas y hechizos mágicos, predomina una ambientación steampunk.

Con el tiempo, el steampunk evolucionó de un subgénero literario a un movimiento artístico y sociocultural. A lo largo del mundo se han organizado distintas agrupaciones dedicadas a cultivar el steampunk, ya sea compartiendo el gusto por libros y películas o mediante la elaboración de trajes y accesorios con una estética retrofuturista. En Estados Unidos, país donde se originó el movimiento, se realizó entre 2009 y 2013 la Steamcon, o convención de steampunk en la ciudad de Seattle. Aún hoy en la Comic Con de San Diego, el tercer día del evento es señalado como el Día Steampunk. En Chile también existen seguidores de esta tendencia en la agrupación Steampunk Chile.

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XI Junta Steampunk Chile, realizada en marzo de 2015 en el Parque San Borja/ Foto: Gentileza de Steampunk Chile.

Steampunk en Chile

El primer autor en escribir una novela steampunk en nuestro país fue Sergio Meier, con su libro La segunda enciclopedia de Tlön (2007). Libro que describe una compleja red de universos paralelos, dominados por avanzadísima tecnología de corte steampunk en la que el protagonista, sir Isaac Newton, escribe una revolucionaria enciclopedia capaz de cambiar la realidad. El título del libro es una referencia al cuento de Jorge Luis Borges “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”.

Los periodistas Francisco Ortega y Alberto Rojas también escribieron libros steampunk. El primero lanzó en 2011 su novela gráfica 1899: cuando los tiempos chocan, cuya trama gira en torno al descubrimiento de un extraordinario mineral en medio de la Guerra del Pacífico, la metahulla, que permite al gobierno de Chile construir barcos voladores y bombas atómicas con las que arrasa con Perú y Bolivia.

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Libros steampunk escritos en Chile./ Foto: Diego Escobedo.

El mismo año Alberto Rojas publicó su novela La sombra de fuego; en ella el mítico teniente Bello, aviador perdido misteriosamente a principios del siglo XX, cruza con su aeroplano una especie de triángulo de las Bermudas que lo transporta a un universo alternativo, donde la Guerra del Pacífico es peleada con una avanzada tecnología steampunk, que va desde tanques gigantes impulsados a vapor hasta submarinos.

A esto se suma el trabajo de Sascha Hanning, estudiante de periodismo y autora de la saga de Allasneda, que está ambientada en un Chiloé paralelo donde la magia y la ciencia se entrecruzan en una atmósfera retrofuturista. La saga está contemplada para que sea una trilogía y hasta ahora lleva publicados los títulos Misterios y revelaciones en Allasneda (2011) y Secretos perdidos en Allasneda (2014).

Cabe mencionar también la antología Cuentos chilenos steampunk (2014), publicación organizada por el sitio Fantasiaaustral.cl, que reúne trece historias de distintos autores jóvenes donde predomina la magia, el vapor y la ciencia, o según la contraportada del libro: “trece mundos manchados por el hollín y la revolución industrial… o mágica”.

Un movimiento cultural

La agrupación Steampunk Chile existe desde 2010 y cuenta con cerca de treinta miembros estables. Periódicamente se reúnen en eventos como la Comic Con Chile o la Feria Internacional del Cómic de Santiago (FIC) cuyos integrantes se caracterizan por sus recargados atuendos retrofuturistas. Valentina Pineda es parte del grupo desde 2011 y nos cuenta un poco de su experiencia con este subgénero.

— ¿Cómo surgió tu interés por el steampunk?

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Valentina Pineda, seguidora del steampunk desde 2011/ Foto: Gentileza de Valentina Pineda.

— Mi interés surge por mi fascinación hacia lo victoriano. En general, comencé a explorar y me gustó la reconversión que hace el steampunk sobre lo victoriano, además de la idea del rescate del pasado para generar un diálogo con el presente, la filosofía detrás de este movimiento y las posibilidades de ficcionalizar que entrega el steampunk.

— ¿Cómo definirías a la forma en que vives el steampunk, una moda, una tribu urbana?

— El steampunk es un movimiento cultural porque tiene una filosofía y una estética detrás que se manifiesta en distintas formas como la literatura, la fotografía, la música y el vestuario. Creo que dependiendo del lugar y la persona, se manifiesta de diferentes formas. Creo que en Chile la mayoría de las personas llega por la parte visual, pero no creo que cumpla con las características de ser una moda.

— ¿Dirías que le falta algo al steampunk en Chile? ¿Se enfoca demasiado en la parte visual, quizás?

— Es una pregunta difícil, porque creo que hay muy buenos exponentes en las distintas ramas, pero la comunidad es pequeña. Creo, además, que hace falta pensar más cuál es nuestra propia visión del steampunk, algo que se hace en otros países, y quizás le hace falta más difusión, cuando uno toca la puerta para solicitar espacios, si bien nos reciben, también muchos nos miran como algo extraño o fuera de la cultura, como si nosotros no hiciéramos cultura.

— ¿Qué prefieres: libros, cómics o películas steampunk? ¿Cuál recomendarías?

— Creo que si bien no es exactamente steampunk, todos nos nutrimos de la obra de Julio Verne y H.G. Wells. En literatura también se están escribiendo cosas buenas como la Antología retrofuturista: Especial Gaslamp (2014) que se hizo en España (se puede leer en línea) y en novela gráfica un referente obligatorio en Chile es 1899: cuando los tiempos chocan. Películas he visto menos, pero supongo que Steamboy es una buena recomendación para quien está empezando y si es más por ver una propuesta estética atractiva pueden ver La mecánica del corazón.

Sobre el autor: Diego Escobedo es alumno de cuarto año de Periodismo y este artículo es parte de su trabajo en el Taller de Edición en Prensa impartido por el profesor Enrique Núñez Mussa. El artículo forma parte de un ciclo de publicaciones sobre subgéneros de ficción.