El cardiocirujano chileno en Gaza

Fotos: Gentileza del Doctor Luis Berr.

Luis Berr, cardiocirujano chileno, creó en 2001 junto a la Fundación Belén 2000 las misiones médicas a Palestina, con las que busca ayudar a las víctimas de la guerra en la zona y capacitar a los médicos locales para seguir prestando apoyo a los afectados. Al trabajar en medio de bombardeos, ha sido testigo de la destrucción en uno de los lugares con mayor densidad de población del mundo. En sus nueve viajes al lugar, su corazón ha tenido más de un salto, por ejemplo, cuando visitó un túnel del grupo Hamás o una metralleta apuntó a sus costillas.

Por Josefina Tenorio

Las ventanas del Hospital Europeo temblaban con cada bomba que caía cerca del edificio. Sus guantes quirúrgicos estaban ensangrentados y podía ver cómo entraban más pacientes a una sala de espera ya colapsada por la cantidad gente. El cardiocirujano chileno Luis Berr (78) se encontraba por primera vez a cargo de un equipo médico en Gaza en 2001. Sin más quirófanos disponibles, los doctores tomaron la decisión de operar a personas en medio del pasillo para salvarles la vida.

Luis Berr es descendiente de libaneses por su abuela materna, de sirios por su padre y de palestinos, por su abuelo paterno. Sin embargo, son estos últimos con los que se siente más identificado. “Para mí ellos tienen una calidez y cercanía tal que, cada vez que voy, siento que todas las piezas encajan”, cuenta el cardiocirujano en su oficina del Hospital Clínico de la Universidad de Chile.

Las misiones médicas a Palestina fueron creadas el año 2001 lideradas por el doctor Luis Berr. Hoy la Fundación Belen 2000 se encarga de coordinarlas.

Desde esa primera vez en Gaza junto a otros colegas crearon las Misiones Médicas a Palestina. “El doctor Berr es la piedra angular de nuestro proyecto, porque no sólo tiene una vocación profesional por ayudar sino que también es una pasión personal por lo que pasa en Gaza”, dice Sofía Farah de la Fundación Belén 2000, que se hace cargo de la coordinación de las misiones.

Hoy, el cardiocirujano camina erguido por los pasillos del Hospital de la Universidad de Chile. Sin embargo, en su cabeza sueña con volver a su hogar. No ese en el que lo esperan sus hijos, sino el otro, el de los bombardeos nocturnos y las salas de espera colmadas de heridos: la ciudad de Gaza.

La muerte acecha, pero no intimida

Cuando tomó la decisión de partir por primera vez en 2001, en medio de los bombardeos, su familia se negó. “Mi señora me amenazó con que al volver las maletas estarían esperándome afuera de la casa”, relata el doctor. Berr había decidido ir a ese viaje como una ayuda humanitaria sin imaginarse que a su regreso no podría dejar de pensar en la gente de Gaza, por lo que volvería a viajar casi cada año, hasta el día de hoy.

El cardiólogo y otros cinco médicos a los que logró convencer, llegaron durante el otoño de 2001 a Tel Aviv, capital de Israel, donde los esperaba el cónsul chileno. Luego viajaron por tierra al paso de Erez, un corredor de rejas de dos metros de alto que lleva a la frontera con Gaza. Afuera: la soledad absoluta. Según datos del gobierno de Israel, sólo 400 personas cruzan el paso hacia Gaza, aunque está construido con capacidad para 5.000. El doctor dice que tiene suerte, porque su apellido suena más a judío que a árabe, pero a tres de sus compañeros de viaje les negaron la entrada a la ciudad.

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Foto sacada en Gaza por el doctor Luis Berr con su celular.

El grupo se quedó 14 días en la zona de conflicto. Trabajaban más de 12 horas diarias y dormían en el hospital para estar disponibles en caso de emergencia. Durante las siguientes misiones no fueron testigos de bombardeos tan intensos como los de esa vez, que en total dejaron a 469 palestinos muertos. “En Gaza la gran mayoría de las personas ha perdido a alguien por la guerra, para ellos la muerte es algo común, pero no deja de ser dolorosa”, cuenta Berr.

Esa vez el doctor sintió lo que era estar frente a frente con la muerte. No sólo el hospital se remecía con las bombas y disparos sino que también los que llegaban heridos muchas veces eran irreconocibles. “Parecían más una jalea que una persona”, dice Luis Berr. Por eso, está consciente de que cada vez que decide ir a la misión su vida corre peligro. “No siento miedo. He visto gente morir por mi profesión, pero nadie lo hace antes de que le llegue el día”, dice el médico.

Berr asegura que muchas veces le han dicho que es un suicida por ir a una zona de guerra. “Tengo la necesidad de ir a ayudar, no puedo quedarme mirando por los medios”, argumenta él.

Murallas que caen, túneles que resisten

Su último viaje a Gaza fue en octubre de 2014 luego de la ofensiva que Israel lanzó contra Hamás, conocida como Margen Protector. La doctora Teresa Chomalí es compañera de Berr en las misiones y recuerda: “Cuando vimos en las noticias lo que estaba pasando allá, quisimos partir enseguida en medio de los bombardeos”. Ambos decidieron hacer los trámites para ir en agosto, pero los permisos les fueron negados.

El 31 de octubre de 2014 lograron llegar al paso de Erez, en el noveno viaje que realizaban las Misiones. Al otro lado de la frontera lo esperaban sus pacientes, pero el doctor demoraba porque era interrogado por soldados israelíes. Berr sentía cómo la punta del cañón de la metralleta de uno de los soldados apuntaba entre sus costillas. Cerró los ojos e imaginó cómo sería darse la vuelta y empujar al soldado que lo amenazaba. “Lo miraría y le diría que no entendía cómo podía tratar tan mal al pueblo palestino, lo que él hace se ha visto otras veces y se llama holocausto”, asegura Luis Berr. Sólo se mordió la lengua y avanzó.

Los doctores llegan al aeropuerto de Tel Aviv desde Santiago y se trasladan a Cisjordania o a Gaza por tierra. En el último caso, deben llegar al Paso de Erez donde entregan la documentación al gobierno israelí para entrar a la Franja. Mapa: Nicolás Riquelme.
Los doctores llegan al aeropuerto de Tel Aviv desde Santiago y se trasladan a Cisjordania o a Gaza por tierra. En el último caso, deben llegar al Paso de Erez donde entregan la documentación al gobierno israelí para entrar a la Franja. Mapa: Nicolás Riquelme.

En su celular el doctor guarda las fotos que sacó durante esa última visita a Palestina. Entre ellas se ven fotos de calles llenas de escombros, la playa de Gaza y los doctores palestinos con los que trabajaba allá y, hoy, conversa por teléfono casi a diario, porque los considera sus amigos. Para ellos él se ha convertido en un profesor.

Entre los videos que mira ocasionalmente en su celular hay uno de un niño que señala una pila de escombros. El pequeño habla árabe y Berr, que entiende el idioma, lo traduce: “Debajo del cemento está mi familia, y a veces grito, esperanzado que me respondan”. El cardiólogo levanta la cabeza y agrega: “Ese niño lo más probable es que termine siendo parte del grupo Hamás”. Berr, que es católico, no se considera partidario del grupo islamista, sin embargo dice entender la rabia que los motiva. “Cada vez, las condiciones en la zona empeoran y no dejan que enviemos medicamentos que la gente necesita”, cuenta el doctor.

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Miles de civiles se ven afectados por los constantes bombardeos en Gaza.

Un día, un médico del hospital en Gaza le contó que era parte de Hamás y lo invitó a conocer los túneles que usan para contrabandear alimentos desde las casas de Egipto. El gobierno de ese país no apoya a Gaza, pero sus ciudadanos sí lo hacen. Para bajar por el túnel lo amarraron a un arnés y lo metieron por un estrecho agujero en el suelo. Mientras bajaba a 40 metros bajo tierra, escuchaba cómo todo crujía a su alrededor: eran las bombas que lanzaban los gobiernos israelíes y egipcios para destruir los túneles. “Hay oportunidades únicas, todo se movía, pero yo no me iba a mover, sólo me preocupo de que después mi señora no se entere”, cuenta Berr entre risas.

Volver a empezar

Después de su último viaje de dos semanas en Gaza, el doctor se bajó del avión en Chile pensando en la próxima vez que volverá a Palestina. Planea viajar en marzo de 2016. Mientras, se dedica a conversar con sus colegas en busca de algún voluntario. Ya tiene tres confirmados.

Desde la primera vez que formaron las misiones médicas, su grupo ha avanzado en la coordinación de la ayuda: como requisito deben tener un mínimo de tres doctores, uno de ellos debe ser anestesista y las operaciones que realizarán se agendan antes de partir.

“En Gaza la gran mayoría de las personas ha perdido a alguien por la guerra, para ellos la muerte es algo común, pero no deja de ser dolorosa”, cuenta el doctor Berr.

Como miembro de la directiva de la Federación Palestina, Luis Berr busca apoyo económico para enviar cargamentos de medicamentos que le piden sus pacientes y amigos . Con la ayuda de la Fundación Belén 2000 se encargan de que una vez ubicados en la zona, cuenten con todos los implementos necesarios para las operaciones.

Sobre la gente en Gaza, Berr señala: “Me cuesta expresar lo que siento por ellos, porque admiro la resiliencia que tienen después de todo”. Dice que sueña con llegar con una maleta a Gaza en la que cargue con todas sus cosas y así quedarse a vivir en el lugar que hoy siente como su hogar.

Sobre la autora: Josefina Tenorio es alumna de quinto año de Periodismo y este reportaje es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa impartido por el profesor Andrés Almeida. El artículo fue editado por Maximiliano Chávez como parte de su trabajo en el curso Taller de Edición en Prensa impartido por el profesor Enrique Núñez Mussa.